Cronología de la Resistencia Incaica : 1533-1572


La reacción inicial de la masa indígena frente a la llegada de los invasores hispanos fue de sorpresa y desconcierto. Tanto la élite inca, como las masas indígenas quedaron sorprendidas ante la irrupción repentina de Pizarro y compañía. Embaucados luego por el discurso providencialista de Pizarro, una gran cantidad de pueblos anexados por los Incas vieron en éstos a emisarios celestiales y/o divinos llegados de las aguas con el propósito de devolverles su libertad y restaurar su antigua autonomía preincaica.

Pizarro, astuto político, supo sacar provecho de esta coyuntura, pactando alianzas con los Curacas de estas naciones, abiertamente enemigas de los Incas, prometiendo liberarlas del yugo quechua y restituirles sus antiguos privilegios perdidos por la invasión incaica. Entre las más conspicuas colaboradoras de Pizarro, tendríamos que mencionar sin lugar a dudas, a los Huancas en primer lugar, Chachapoyas, Cañaris, Yungas, entre otras.

Simultáneamente, la política maquiavélica de Pizarro lo impulsó a intervenir abiertamente en las pugnas intestinas que socavaban a la élite incaica, tomando partido por la facción huascarista, prometiendo restituir en el poder a la legítima dinastía cusqueña, ganándose de este modo la plena adhesión de estos en su lucha fraticida contra los partidarios de Atawalpa, que poco después de la muerte de éste enarbolarán las banderas de la resistencia en contra del invasor.

Por desgracia, la denodada resistencia de los más notables generales atawalpistas: Rumiñahui, Challcochimac y el Apo Quizquis, sucumbieron en una brava y tenaz, aunque inútil y vana resistencia, debido, entre otros, a dos factores gravitantes que, fueron aprovechadas magistralmente por Pizarro: 

1. El colaboracionismo de las naciones sometidas al Imperio y, 
2. La decidida adhesión de la nobleza cuzqueña personificada en la notable figura de    Manco Inca, quien, en un principio fue aliado incondicional de Pizarro, hasta el punto que el caudillo español lo llega a designar inca, en un gesto de aparente justicia a la causa cusqueña, pero que, en el fondo, no era sino la estrategia política de Pizarro para tomar posesión de la capital Imperial y posesionarse definitivamente de los territorios del destrozado Imperio de los Incas.

Una vez en el Cusco, liquidados los últimos remanentes de la resistencia antiespañola, y eliminado todo rastro de oposición atawalpista, Pizarro y sus huestes desenmascarán su verdadera naturaleza pérfida e inmoral, al saquear y profanar el templo sagrado del Sol,
al ultrajar a las nustas y acllas cusqueñas, al entregarse sin rubor a lo más despiadado del pillaje y el vilipendio.

Frente a esta situación, Manco, el otrora dócil y leal Inca, se sublevará y se pondrá al frente de una rebelión que pondrá en jaque a los hispanos y que constituye una de las epopeyas más gloriosas de resistencia que nuestro pueblo le opuso al invasor español. Resistencia que, a pesar de la repentina muerte del joven caudillo en sus dominios de Vilcacamba, será proseguida por sus descendientes, los célebres Incas de Vilcabamba, quienes mantendrán prendida la llama de la resistencia hasta 1572, en que será apagada por causa de la traición y la salvaje represión del Virrey Francisco de Toledo, “ajusticiando” vilmente al último Inca de la gloriosa dinastía rebelde, Túpac Amaru I.




LA REBELIÓN DE MANCO INCA Y LOS INCAS DE VILCABAMBA

1. CRONOLOGÍA : 1536 – 1572
2. OBJETIVOS:

a. Recuperar el poder político y restaurar el Imperio Incaico
b. Expulsar a los invasores hispanos
c. Castigar a las etnias indígenas aliadas de los españoles.

3. PERIODIZACIÓN


4. PRINCIPALES HECHOS

LA REBELIÓN DE MANCO INCA





A. EL LEVANTAMIENTO: Luego del ingreso de Pizarro y sus huestes al Cusco, éstos se enfrascaron en acciones de pillaje y saqueo de los tesoros más hermosos del Templo del Coricancha y de otros recintos. A eso se suma la salvaje actitud de opresión, maltrato y abusos que éstos aplicaron sobre las masas indígenas, el ultraje de las bellas acllas y ñustas cusqueñas, provocando estupor e indignación en el joven caudillo y en los más altos dirigentes religiosos y nobles quechuas, que a la postre desembocaría en el levantamiento de Manco Inca.

Es en ese momento que luego de conspirar con el Willac Umu (Sumo Sacerdote imperial), se urdió el plan de engañar a Almagro con el supuesto mito de la existencia de fabulosas riquezas en el extremo sur del Tawantinsuyo, vale decir en Chile. Almagro emprenderá una expedición hacia la conquista de Chile, que lo llevará al más estrepitoso fracaso. De esta manera Manco Inca lograba su propósito de alejar del Cusco a numerosos contingentes hispanos y de indios aliados de los españoles. Pero aun así, al seguir capturado y apresado por los hermanos Pizarro, Manco elabora la treta de la estatua de oro, asegurándole a Hernando Pizarro, que si le dejaba ir personalmente al valle de Yucay, éste le traería el famoso tesoro. Al ser enviado por Hernando Pizarro, Manco Inca aprovechará la situación para sublevarse desde Yucay y levantar a más de 10 mil quechuas, iniciándose con ello la más grande rebelión que pondrá en riesgo la política de colonización iniciada por España durante el siglo XVI.

La revolución de Manco Inca fue el resultado de un plan coherente, cuidadosamente estructurado, que tenía como objetivo destruir los dos centros de poder español en el Tawantinsuyo: Cusco y Lima. El frente de guerra contra el Cusco fue dirigido por el propio soberano, con la colaboración ya mencionada del Willac Umu, y el frente de guerra contra Lima fue encomendado al general Quizu Yupanqui, que, de no haber sido por la traición de los Huancas en el momento más crucial del asalto a la capital, otra hubiera sido la historia y probablemente el Imperio incaico se habría restaurado nuevamente.