Teoría Oceánica

Teoria Inmigracionista: Teoria Oceánica 


Carácter:
 

Poliracial

Autor:

Paul Rivet (Francés)

Planteamiento:

El hombre llegó a América procedente de la Oceanía, específicamente del archipiélago de la Melanesia y de la Polinesia. Estos pobladores, célebres por su fama de ser eximios navegantes, partieron de su natal Oceanía, para luego de una larga travesía transoceánica, arribar a costas americanas.

                           La Inmigración melanesia

Según Rivet, los primitivos melanesios habrían llegado a América siguiendo la ruta del Océano Pacífico. Como eximios navegantes que eran, los melanesios se adentraron en las aguas del Océano Pacífico, haciendo uso de sus primitivas embarcaciones denominadas “piraguas de balancín”, siendo estas arrastradas por la corriente ecuatorial transpacífica, hasta arribar al nuevo mundo, en la zona comprendida entre México (Colima) y Panamá (Isla de Cocos); para, a partir de allí, seguir su marcha desplazándose por distintas regiones de América.

 Fundamentación:

  • A. Geográfica: Presencia de la corriente transpacífica, que nace en la Melanesia y termina en Centroamérica, a la altura de México y Panamá.
  • B. Antropológica: Semejanzas raciales entre los negros melanesios y la extinta raza de Lagoa Santa (de color oscuro), grupos sanguíneos similares entre los negroides melanesios y los aborígenes amazónicos y cráneos dolicocéfalos (alargados).
  • C. Cultural: Existencia de elementos culturales comunes entre los melanesios y los cobrizos americanos, tales como: la presencia del cultivo del Cocotero en épocas prehispánicas, en la zona de Colima, al sur de México y en la Isla de Cocos en la Bahía de Panamá, siendo importante señalar que precisamente a esa altura va a morir la corriente transpacífica luego de nacer en la Melanesia. Además tenemos el uso de lazo, honda, arco, macana estrellada, estólica, cerbatana, bastón con balancín, piragua con balancín, remo en forma de muleta, decoración de proa con dibujos de ojos, casa en los árboles, cerámica en la cima de la casa, mortero de madera, asiento y almohada de madera, hamaca, mosquitero, peine compuesto,cepillo para los cabellos, abrigo de fibras vegetales contra la lluvia, entre otros. Es importante anotar también, la práctica de la “covada”, que viene a ser la costumbre que tiene el varón de acostarse luego del parto de su mujer.
  • D. Lingüística: Palabras y raíces melanesias utilizadas entre los aborígenes de Norteamérica.
  • E. Histórica: Crónicas que señalan la presencia de negros precolombinos en América central, como la dejada por Francisco López de Gómara, quien señala que Vasco Nuñez de Balboa halló negros esclavos de un cacique lugareño en Cuareca.

                           La Inmigración Polinesia 

Además de la llegada de melanesios a nuestro continente, Paul Rivet también postuló la posibilidad migratoria de grupos humanos llegados a América provenientes del archipiélago la Polinesia. Los polinesios, famosos por ser eximios navegantes, al igual que sus vecinos melanesios, empleando piraguas con balancín y navegación a vela, pudieron aventurarse en un viaje transoceánico que los llevó a arribar a las costas sudamericanas, siguiendo la dirección de las corrientes marinas e impulsadas por los vientos. La inmigración polinesia al Nuevo Mundo debió ocurrir en la era cristiana, siglos después de la llegada de los negros melanesios a América. Los polinesios habrían sido originarios de Indonesia, desde la cual partieron rumbo al archipiélago de Samoa, partiendo luego con rumbo a Raiatea en el siglo V y, quinientos años después, pasaron a las islas marquesas, lugar desde donde partieron hacia la Isla de Pascua (Puente natural entre Oceanía y sudamérica) alrededor del año 1250 d.C. A partir de este punto siguieron el recorrido que los llevó a las costas sudamericanas.

Fundamentación

  • A. Geográfica: Corrientes marinas y vientos que fueron aprovechadas por los inmigrantes polinesios en su travesía hacia América.
  • B. Lingüística: Semejanzas lingüísticas entre el quechua arcaico y el polinesio primitivo. Tenemos los siguientes vocablos que tienen significados similares en ambos lugares: kumara, que significa Camote; karara, en polinesio lagarto, en runasimi se le llama karaiwa; uno, traducida como agua en ambos lugares, kea, pus o úlcera en quechua, se pronuncia y traduce igual entre los maoríes de la oceanía, amu, en quechua significa mudo, en tanto que en Samoa, aamu equivale a hablar bajo, en Nueva Zelanda amu-amu es hablar entre dientes, y en Hawai hamu-mu es sordo, sonido indistinto. El Vocablo Apai en quechua es llevar carga, y hapai es prácticamente lo mismo en las Tonga, las Islas Marquesas, Hawai y Nueva Zelanda. Otros vocablos comunes serían: inga, que significa caudillo guerrero, ipu (nube o neblina), Kamu (comer), Puhara o Pukara (fuerte o fortaleza), auqui o viejo, en quechua awqui (padre). Sin duda, la profusa cantidad de vocablos similares entre ambos lugares, nos lleva a sospechar la casi segura inmigración transpacífica de los polinesios hacia nuestro continente.
  • C. Cultural-etnológica: Existencia de objetos y costumbres comunes a polinesios y aborígenes americanos, como por ejemplo: horno cavado en tierra, macanas de madera, máscaras ceremoniales, armas de hueso, cabezas clavas espatulares, hacha de guerra como símbolo de poder, encontrado en la isla de Pascua, el hacha de piedra, el abanico, el tarugo (adorno orejero), el poncho, etc. Además, se aprecia la práctica de ritos mágicos comunes a maories y araucanos, relacionados a la tala de bosques y corte de troncos, el cacicato absoluto y la esclavitud, los dioses que muestran la lengua para atemorizar a los malos espítirus en Nueva Zelandia y los monstruos linguados de la cultura Nasca. Finalmente, son coincidentes las dobles hileras de monolitos apreciadas en Kalasasaya y Queneto en el Perú y de los maraes de Tahití y la Polinesia oriental; sin dejar de mencionar, por último, a las enigmáticas cabezas gigantescas de la Isla de Pascua, que hacen recordar a estatuas similares de Tiahuanaco y al Templo de piedra de Vinapu, ubicado al suroeste de la misma isla, de formas muy parecido a un muro incaico, en el cual, a decir de Herman Buse, no puede penetrar en las ranuras ni la más delgada aguja.